
Para
Alí Primera “el pueblo es sabio y
paciente”, es un decir del mismo pueblo. La degeneración de las ideas de
Bolívar le hace evocar un regreso del Libertador. Así como la esperanza que
tienen los cristianos en que Jesucristo [1] regresará para castigar a los pecadores,
Bolívar regresará para castigar con su espada a los malos patriotas; sin
embargo traerá cariño debajo de la gualdrapa de su caballo, y sembrará
nuevamente la patria para volverla aquerer contra aquellos que la han dejado
de amar.

El
nacimiento e infancia de Jesús proceden de los evangelios de Mateo y de Lucas,
no hay relatos de este tipo en los evangelios de Marcos y Juan. Las narraciones
de Mateo y Lucas difieren entre sí: según Mateo, María y su esposo, José, viven
en Belén; María queda inesperadamente embarazada y José resuelve repudiarla,
pero un ángel le anuncia en sueños que el embarazo de María es obra del
Espíritu Santo y profetiza, con palabras del profeta Isaías que su hijo será el
Mesías que esperan los judíos.
Unos
magos de Oriente llegan a Jerusalén preguntando por el rey de los judíos que
acaba de nacer, con la intención de adorarlo, lo que alerta al rey de Judea,
Herodes el Grande, que decide acabar con el posible rival. Los magos, guiados
por una estrella, llegan a Belén y adoran al niño. De nuevo, el ángel visita a
José y le advierte de la inminente persecución de Herodes, por lo que la
familia huye a Egipto y permanece allí hasta la muerte del monarca (de nuevo
notificada a José por el ángel, que se le presenta por tercera vez). Entonces,
José se instala con su familia en Nazaret, en Galilea.
En
el Evangelio de Lucas, María y José viven en la ciudad galilea de Nazaret. La
historia de la concepción de Jesús se entrelaza aquí con la de Juan el Bautista
ya que en este Evangelio María e Isabel, madre del Bautista, son parientes y el
nacimiento de Jesús es notificado a María por el ángel Gabriel (lo que se
conoce como Anunciación). El emperador Augusto ordena un censo en el cual cada
uno debe empadronarse en su lugar de nacimiento y José debe viajar a Belén, por
ser originario de este lugar. Jesús nace en Belén mientras se encuentran de
viaje y es adorado por pastores.
La
llegada de Jesús fue profetizada por Juan el Bautista (su primo, según el
Evangelio de Lucas, por quien Jesús fue bautizado en el río Jordán). Acompañado
por sus seguidores, Jesús recorrió las regiones de Galilea y Judea predicando
el evangelio y realizando numerosos milagros. El orden de los hechos y dichos
de Jesús varía según los diferentes relatos evangélicos. Tampoco se indica
cuánto tiempo duró la vida pública de Jesús, aunque el Evangelio de Juan
menciona que Jesús celebró la fiesta anual de la Pascua judía en Jerusalén en
tres ocasiones.
Gran
parte de los hechos de la vida pública de Jesús, narrados en los Evangelios,
tienen como escenario la zona septentrional de Galilea, en las cercanías del
mar de Tiberíades, o lago de Genesaret, especialmente la ciudad de Cafarnaúm,
pero también otras como Corozaín o Betsaida. También visitó, en el sur de la
región, localidades como Caná o Naín, y la aldea en la que se había criado,
Nazaret, donde fue recibido con hostilidad por sus antiguos convecinos. Su
predicación se extendió también a Judea (según el Evangelio de Juan, visitó
Jerusalén en tres ocasiones desde el comienzo de su vida pública) y estuvo en
Jericó y Betania.
Escogió
a sus principales seguidores (llamados en los Evangelios “Apóstoles”), en
número de doce, de entre el pueblo de Galilea. En los Sinópticos se menciona la
lista siguiente: Simón, llamado Pedro y su hermano Andrés; Santiago el de
Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el Publicano;
Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Zelote y Judas Iscariote. Predicó tanto
en sinagogas como al aire libre, y las muchedumbres se congregaban para
escuchar sus palabras. Entre sus discursos, destaca el llamado Sermón de la
montaña.
Utilizó
a menudo parábolas para explicar a sus seguidores el reino de Dios. Las
parábolas de Jesús son breves relatos cuyo contenido es enigmático (a menudo
han de ser después explicadas por Jesús). Entre las más conocidas están la
parábola del sembrador, cuyo significado explica Jesús a continuación; la de la
semilla que crece; la del grano de mostaza; la de la cizaña; la de la oveja
perdida; la del siervo despiadado; la de los obreros enviados a la viña; la de
los dos hijos; la de los viñadores homicidas; la de los invitados a la boda; la
de las diez vírgenes; la de los talentos. Dos de las más conocidas aparecen
solo en el Evangelio de Lucas: se trata de las parábolas del samaritano y del
hijo pródigo. En las parábolas, utiliza Jesús frecuentemente imágenes
relacionadas con la vida campesina.
Mantuvo
controversias con miembros de algunas de las más importantes sectas religiosas
del judaísmo, y muy especialmente con los fariseos, a quienes acusó de
hipocresía y de no cuidar lo más importante de la Torá: la justicia, la
compasión y la lealtad.
Tras
su detención, Jesús fue llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás (según el
Evangelio de Juan, fue llevado primero a casa de Anás, suegro de Caifás). Allí
fue juzgado ante el Sanedrín y estos escarnecieron cruelmente a Jesús. Este fue
llevado ante Poncio Pilato, el procurador romano. Tras interrogarle, Pilato no
le halló culpable, y pidió a la muchedumbre que eligiera entre liberar a Jesús
o a un conocido bandido, llamado Barrabás. La multitud, persuadida por los
príncipes de los sacerdotes, pidió que se liberase a Barrabás y que Jesús fuese
crucificado. Pilato se lavó simbólicamente las manos para expresar su inocencia
de la muerte de Jesús.
Jesús fue azotado, lo
vistieron con un manto rojo, le pusieron en la cabeza una corona de espinas y
una caña en su mano derecha. Los soldados romanos se burlaban de él diciendo: “Salud, rey de los judíos”. Fue obligado
a cargar la cruz en la que iba a ser crucificado hasta un lugar llamado
Gólgota, que significa, en arameo, “lugar
del cráneo”. Tras crucificarlo, los soldados se repartieron sus vestiduras.
En la cruz, sobre su cabeza, pusieron un cartel en arameo, griego y latín con
el motivo de su condena: “Este es Jesús,
el Rey de los judíos”, que a menudo en pinturas se abrevia INRI (Iesus
Nazarenus Rex Iudaeorum, literalmente “Jesús
de Nazaret, Rey de los judíos”). Fue crucificado entre dos ladrones.
Hacia
las tres de la tarde, Jesús exclamó: Elí, Elí, lemá sabactani, que según los
Evangelios de Mateo y Marcos en arameo significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Las palabras
finales de Jesús difieren en los otros dos evangelios, también hay diferencia
entre los Evangelios en cuanto a qué discípulos de Jesús estuvieron presentes
en su crucifixión: en Mateo y Marcos, son varias de las mujeres seguidoras de
Jesús; en el Evangelio de Juan se menciona también a la madre de Jesús y al
discípulo a quien amaba (según la tradición cristiana, se trataría del apóstol
Juan, aunque en el texto del Evangelio no se menciona su nombre).
Que el pueblo es sabio y paciente
es el decir de los viejos
que al cantar de guacharaca
saben calcular el tiempo
Dicen que viene la hora
mira para ponernos contentos
se fue Bolívar ayer
pero hoy viene de regreso
Vámonos pa allá vamos a su encuentro
Si Jesucristo sacó
los mercaderes del templo
Bolívar también volvió a liberar a su pueblo
Dicen que viene a caballo
pero trae en la gualdrapa
un arsenal de cariño
para sembrar en la patria
la patria es una mujer
y el regresó para amarla
contra los que se desvelan
tan solo por disfrutarla
y en vez de darle caricias lo que hacen es manosearla
Letra completa: Sangueo para el regreso
Escuche: Sangueo para el regreso
[1] Este pasaje donde Jesús vendrá a castigar a los
pecadores lo podemos encontrar en la Biblia en: Mateo 21, 19; en Marcos 11, 15;
Lucas 19, 45 y Juan 2, 13.
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